Motivación real en tu empresa: menos premios, más propósito
Hoy, muchas oficinas parecen salidas de una startup en Silicon Valley: café de especialidad, snacks ilimitados, consolas de videojuegos, espacios chill y hasta mesas de ping-pong. Todo pensado para motivar a los equipos. Pero… ¿de verdad eso es lo que impulsa a las personas a dar lo mejor de sí?
En Mercado Wibai nos hicimos esa pregunta. Y no estamos solos. Daniel H. Pink, autor del best seller Drive, lleva años investigando qué nos mueve a actuar con compromiso. Su conclusión es clara: las recompensas materiales pueden funcionar en tareas mecánicas, pero cuando el trabajo exige pensamiento creativo o estratégico, la motivación viene de otro lado.
Factores como el propósito, la autonomía y la posibilidad de aportar algo con sentido pesan mucho más que cualquier beneficio puntual o incentivo genérico. Y eso cambia la forma en que entendemos la cultura laboral. Porque la motivación real no se activa con premios simbólicos, sino con acciones que conectan con lo que las personas valoran de verdad.
Reconocimiento real: más que un “buen trabajo”
Seamos honestos: ¿a quién no le gusta que reconozcan su esfuerzo? Todos solemos sentirnos bien motivados cuando recibimos una felicitación. Sin embargo, el reconocimiento va más allá de decir: “buen trabajo”, se trata de entender lo que está detrás de ese esfuerzo.
El estudio “A Better Way To Recognize Your Employees” de Harvard Business Review reveló que sentirse valorados es uno de los principales gatilladores para permanecer en una empresa, debido a que el reconocimiento genuino refuerza el sentido pertenencia y fortalece la relación colaborador-empresa.
Además, explica que no necesariamente el reconocimiento debe venir siempre de las jefaturas, siendo también importante construir una cultura en las que los pares se reconozcan entre sí, lo que puede ser un factor trascendental dentro del ambiente laboral.
¿Qué es lo que realmente motiva?
Después del reconocimiento genuino, hay otros factores que, aunque muchas veces no aparecen en los beneficios formales, son los que mantienen viva la motivación a largo plazo:
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Crecimiento: Sentir que lo que haces hoy te lleva a un lugar mejor, que hay espacio para aprender, moverse, equivocarse y seguir construyendo. No se trata solo de cursos o promociones, sino de que la empresa te vea y apueste por tu desarrollo.
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Autonomía: Confiar en las personas también es una forma de motivarlas. Cuando un colaborador puede tomar decisiones, proponer ideas y hacer las cosas con su propio estilo, se activa una energía distinta. Lo contrario —el exceso de control, la validación constante, la desconfianza— solo apaga la creatividad y el compromiso.
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Propósito: No como un mensaje en una presentación institucional, sino como algo que se vive en el día a día. Las personas quieren saber que lo que hacen importa, que tiene impacto en otros, y que hay una historia más grande a la que están aportando.
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Pertenencia: Porque pasamos muchas horas trabajando, y cuando ese entorno se vuelve humano, respetuoso, abierto a lo diverso y con vínculos reales entre personas, es más fácil quedarse, aportar y cuidar. Las culturas laborales sanas se notan: no necesitan grandes discursos, se sienten.
La verdadera motivación no se construye con beneficios superficiales. Se cultiva cuando las personas se sienten vistas, valoradas y parte de algo con sentido. Ese es el verdadero motor de una cultura laboral sana.
Ahora bien, eso no significa que los gestos materiales no tengan lugar. Cuando están bien pensados y alineados con lo que las personas valoran, pueden convertirse en algo más que un simple beneficio: una expresión concreta de esa cultura que se quiere construir.
Un regalo corporativo, como los que tenemos en Mercado Wibai, puede ser un gesto que reconoce y conecta auténticamente con quien lo recibe. Son soluciones que sorprenden, que tienen intención, y que ayudan a traducir la cultura de tu empresa en un detalle memorable.