Bienestar en la oficina: tres lugares pequeños para respirar

Cuando se habla de "bienestar en la oficina", el concepto es amplio. Puede ser desde salas o áreas de descanso hasta beneficios llamativos o grandes programas internos. Sin embargo, en la práctica, tiene que ver con cómo se vive el día a día.
Pausas cortas, cambiar de espacio por unos minutos o simplemente salir del piloto automático forman parte de eso. No son grandes interrupciones ni tiempos muertos, sino momentos cortos que ayudan a despejar la cabeza, ordenar ideas y volver al trabajo con más foco.
Bienestar en la oficina: por qué las pausas pequeñas sí importan
Un estudio de la Universidad de Cambridge respalda esta idea. Señala que incorporar descansos breves a lo largo del día laboral ayuda a mantener la atención y reducir el estrés, lo que respalda la práctica de aprovechar pequeños momentos dentro de la oficina para refrescar la mente.
Y lo interesante es que no hay que salir del edificio para poder aprovecharlos:
1. El espacio del café (o del agua)
Muchas veces es un pequeño espacio, como la cocina, el dispensador o una máquina. Pero es uno de los pocos lugares donde el cuerpo y la cabeza cambian de ritmo sin salir de la oficina.
El solo hecho de levantarse, caminar unos pasos, servirse agua, té o café y mirar algo por algunos minutos corta la inercia del trabajo continuo. Además, es un momento en que las conversaciones no están mediadas por tareas ni pendientes, por lo que es un punto importante.
2. El pasillo
Son más que un espacio de tránsito. Caminar unos metros, subir o bajar una escalera o ir a otra sala genera un cambio físico mínimo que ayuda a cortar la concentración prolongada.
Ese movimiento breve activa el cuerpo y le da a la cabeza un descanso distinto al de quedarse sentado. Estos trayectos cortos se pueden transformar en pequeñas válvulas de escape.
Desde el punto de vista del bienestar en la oficina, estos recorridos ayudan a evitar la sensación de encierro mental que se acumula cuando el trabajo se vuelve continuo y estático.
3. El propio escritorio
No siempre es necesario moverse de lugar para cambiar de estado. A veces, el respiro aparece cuando el escritorio deja de ser solo un punto de producción continua y se transforma, por unos minutos, en un espacio más flexible.
Pararse, estirarse, ordenar lo que se acumuló durante la mañana o incluso cambiar la disposición de los objetos permite marcar un corte sin salir del puesto de trabajo. Son acciones simples que ayudan a bajar la saturación visual y mental, especialmente en jornadas largas.
Con estos tres sencillos ejemplos de cómo realizar pausas, puedes ver que el bienestar en la oficina se construye muchas veces en decisiones simples y cotidianas. En cómo se habilitan pausas breves, pequeños movimientos o cambios de foco dentro de la jornada. Por lo que poner atención a estos detalles ayuda a que el trabajo sea más sostenible en el tiempo.
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